El uso del CO2 en bebidas gaseosas y máquinas dispensadoras de refrescos

El dióxido de carbono: el componente mágico

A menudo pasamos por alto el hecho de que el dióxido de carbono (CO2) está presente en numerosas bebidas que consumimos regularmente (agua carbonatada, cerveza, gaseosas).

Su función es sumamente versátil, ya que contribuye a preservar mejor los productos, actúa como antioxidante, intensifica el sabor y el aroma, y además proporciona a las bebidas carbonatadas, como los refrescos, de sus burbujas tan distintivas.

Ese sonido que escuchas al abrir una gaseosa es una pequeña cantidad de dióxido de carbono a presión escapando del envase al despresurizarse. En cierto modo, se ha convertido en señal de “frescura” (tanto en el sentido de conservación como en el de sensación) cuando se trata de una bebida carbonatada envasada.

¿Cómo se “atrapa” el CO2 en el líquido?

En el proceso de fabricación de bebidas gaseosas, el CO2 se introduce en el líquido durante el paso conocido como carbonación o carbonatación. En esta etapa, el gas almacenado en un tanque es conducido a presión hacia otro que contiene la mezcla de la bebida (misma que está compuesta de alrededor de 85% de agua). Esto se lleva a cabo con la ayuda de equipos especializados.

Debido a las propiedades naturales del CO2 y del H2O, el primero se disuelve en el segundo de manera muy efectiva por acción de la presión. A mayor presión, más disuelto se vuelve el gas en el líquido. Para cuando la carbonatación se complete, el agua habrá absorbido dióxido de carbono equivalente a 3 veces su propio volumen.

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En máquinas más especializadas y de producción masiva, el CO2 es inyectado directamente a la mezcla de la bebida, siendo así el gas el último ingrediente del producto. Con maquinaria más simple y por lo general más antigua, el elemento se incorpora al agua pura, creando así soda, la cual es luego mezclada con el componente saborizado.

Al sellar herméticamente el envase, el gas queda atrapado en la mezcla de forma estable por un tiempo relativamente largo.

Fuentes de soda: minifábricas de gaseosas

Las fuentes de soda o máquinas dispensadoras de gaseosas que encontramos en los restaurantes sirven refrescos mezclados al momento, combinando en cuestión de segundos agua carbonatada con jarabe de algún sabor, que no es otra cosa que la esencia concentrada de cada bebida.

Para producir el agua carbonatada, cada máquina de gaseosas contiene básicamente un carbonatador en miniatura dentro, cuyo funcionamiento es en esencia el mismo que el de sus versiones de escala industrial. Este componente se constituye de una bomba que inyecta agua a un pequeño tanque presurizado, una bombona de CO2, y un switch o grifo que acciona el proceso (el mismo que presionamos con el vaso).

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Cuando se acciona un grifo, la bomba envía agua y el cilindro envía dióxido de carbono al mismo al tanque presurizado. Ambos elementos se encuentran y combinan a la fuerza bajo una presión de 700 kilopascales, cerca de siete veces la presión atmosférica normal. Es un proceso increíblemente turbulento que disuelve el gas en el agua, misma que termina con un volumen de CO2 16.000 veces mayor al normal.

Ahora esta agua carbonatada es enviada hacia la boquilla dispensadora correspondiente, pero justo antes de salir por ella esta se mezcla con el jarabe del sabor escogido, que es enviado desde su respectivo contenedor gracias a la presión de una pequeña bomba, existiendo una bomba dedicada para cada sabor de gaseosa.

La recarga de las máquinas dispensadoras de bebidas gaseosas se realiza de manera segura y controlada, siguiendo los estándares y regulaciones establecidos. Los cilindros de CO2 vacíos se retiran y se reemplazan por cilindros llenos, mientras que lo propio se hace con los contenedores de jarabe.

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